Con el nombre LSD (también denominada Dietilamida del Ácido Lisérgico o simplemente “ácido”) se conoce a una droga alucinógena que se obtiene de forma química a partir del cornezuelo del centeno. En la calle es posible conseguirla en forma de sellos muy pequeños, los cuales se venden de formas y colores diversos.
Si bien alcanzó una gran popularidad en la década de los ’60, en la actualidad no es tan consumida como otras drogas, ya sea la marihuana o la cocaína. A pesar de esto, en esta ocasión trataremos sobre los efectos principales de esta sustancia para que los interesados puedan estar informados al respecto.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que un individuo que consume LSD se sentirá al instante como si se trasladara de un sitio a otro repentinamente. Es por esto que se suele decir que la persona en cuestión tiene una sensación de modificación de “lugar-espacio-tiempo”. Esta experiencia puede dividirse en cuatro etapas principales: fase de subida, fase de meseta, pico máximo y fase de caída.
En la primera el individuo comienza a ver cualquier tipo de color más oscuro y los objetos que se mueven presentan una especie de estela cuando se desplazan, sin dejar de mencionar que los escalofríos y la sudoración son habituales. En la segunda etapa, el sujeto en cuestión tiene alucinaciones y se encuentra en un estado irreal, como si estuviera fuera de sí mismo.
En la fase del pico máximo la persona que haya consumido LSD siente que el tiempo se detiene y que se traslada a otro mundo, lo que puede ocasionarle tanto placer como temor. Por último, en la fase de caída, los síntomas desaparecen de a poco, alrededor de seis horas después de la toma.
Además de todo esto, es fundamental tener en cuenta que entre los numerosos efectos del LSD podemos mencionar los cambios de humor repentinos que produce, que pueden ir de la depresión a la euforia. Asimismo, no hay que olvidar que el consumo de esta sustancia suele ocasionar reacciones paranoicas.
